sábado, 27 de septiembre de 2014

I just want to be strong

Capítulo 38

El globo


Es increíble como las cosas pueden llegar a cambiar tan rápido. Como la felicidad tarda en formarse en tu interior, pero luego puede destruirse en simples segundos. Se siente como un globo que hincha tu pecho cada vez más, hasta que te das cuenta que nunca fuiste merecedora de esa felicidad, que tuviste tu tiempo alegre pero que nada dura para siempre.
Y el globo explota dentro de ti, provocando que todo lo que conocías se descontrole.
Estuve en esa situación una vez. En realidad, creí haber estado así varias veces en el pasado, pero la muerte de Josh me demostró lo que es el verdadero dolor. El crudo sufrimiento que experimentas pocas veces en tu vida si eres afortunado, pero cuando tienes la suerte que tengo yo, lo sientes más de una vez tocando tu puerta.
Debí haberme dado cuenta que el globo había durado demasiado, que era demasiado perfecto e ideal. Pero tal vez el hecho de que quería que dure tan desesperadamente, me cegó y me hizo olvidar.
Porque eso es lo que hace la felicidad: olvidas quién eres, la suerte de mierda que siempre tienes.
Ojala me hubiera dado cuenta. Globos así no existen. Suertes así no existen.
Y con todo esto, creo que se llevaron todo de mí, saquearon y arrebataron toda pizca de esperanza, y yo también desaparecí de alguna manera, aunque también sufro cada día y me alerta que estoy dolorosamente viviendo cada segundo esperando que sea el último. Y yo también deje de existir.
Me gustaría guardar en mi memoria cada momento, cada sople de aire que hizo que el globo dentro de mí se inflara, hasta tal punto de mostrarme la felicidad más pura y hermosa en solo unos minutos. Y uno de esos soples, fue Liam. El chico de ojos hermosamente expresivos que me había mirado como nadie lo había hecho: Como si supiera todo de mí, y aun así estuviera ahí por propia voluntad, conmigo.
 
— ¡Megan! —Cuando vi a Liam corriendo hacia mí, sonreí, un poco confundida. Pero cuando se acercó y vi su cara, mi sonrisa se borró.
 
— ¿Estás bien? —Miré su cuerpo, comprobando alguna lesión y no había nada, de hecho, estaba bien, más que bien. — ¿Están Livvie o Kai heridos? —Comencé a mirar a mí alrededor para encontrarlos.
 
— No, no, no. Solo…—Me tomó de mis hombros y me alejó de Andy, que estaba frunciendo el ceño hacia Liam.
 
— Amigo, ¿estás bien?
 
— Necesito hablar con ella un segundo. —Sin esperar respuesta, comenzó a tirar de mí hacia la playa, donde el mar se veía aterrador, peligroso e imponente.
 
Sin embargo, cuando llegamos a la orilla, me soltó repentinamente y me dio la espalda, mirando al mar. Su postura estaba tensa y rígida, pero decidí no acercarme porque probablemente necesitaba su tiempo.
No sé cuántos minutos pasaron, pero de repente se volteó a mirarme y me encerró dentro de sus brazos, como si no quisiera dejarme ir jamás. Le daba besos a mi sien que estaba a la altura de sus labios.
 
— Lo siento tanto. —Su voz temblaba ligeramente mientras me apretaba firmemente en sus brazos.
 
Y aunque no sabía qué demonios estaban pasando, me sentí completa. Justo ahí. Justo con él.
 
 

Ese fue un soplo. Uno pequeño, pero solo dio comienzo a un globo que se hacía cada vez más grande.
Pero ese no fue el mejor momento con Liam. Claro, creí que eso sería el mejor recuerdo que tendría, pero luego de unas horas…
 
 

—… Sé que estás con Rush.
 
— Liam, en realidad parece que no lo entiendes. — Me alejé un poco más. — Porque insistes, y no está bien…
 
— Megan, el problema es que ya no me importa si está bien o no. —Dijo frustrado. —Odio hacerle esto a Rush, no se lo merece. Pero esto. —Señaló entre nosotros. — ¡está acabando conmigo!
 
— ¡No puede acabar contigo algo que nunca hubo, Liam! —Suerte que estábamos lejos de la multitud, porque no quería a mi hermano metiéndose en mis asuntos, o peor… a Gabe escuchando.
 
— No lo entiendes. —Liam pasó sus manos con profunda frustración sobre su rostro. — Si hay, Megan. Por lo menos lo hay para mí. Creo que esta cosa entre nosotros estuvo desde que te conocí, ¡y cada día se incrementa más y más! Eres como… la única cosa que quiero ver. Todos los días. —Me miró fijamente, de repente desesperado y asustado. —Yo… creo que me enamoré de ti, Megan.
 
He de admitir que en ese momento, mi mundo se sacudió y dejó de ser tal cual lo conocía. Al principio sus palabras me parecieron algo sin sentido, y quería olvidarlas tanto que pensé mi cabeza explotaría por la presión. No porque no las sintiera de vuelta, todo lo contrario… mi instinto quería lanzarse sobre él, y gritarle que lo amaba también.
Me asusté jodidamente mucho, si me entienden, ¿no?
Pero… ¿Qué pasaría si les digo que ni siquiera fui capaz de pensar dos veces en ello? Así fue, porque de repente…
 
Liam acercó repentinamente su frente y la niveló con la mía. Cerrando los ojos como si estuviera sufriendo algún tipo de tortura, puso sus brazos en mi cintura y me pegó a él. Intenté respirar, aludiendo mi falta de cordura al poco aire que llegaba a mi cerebro, pero fui una completa masa cuando sentí su aroma, a sol y a él mismo, tan cerca de mí. Tan nítido y perfecto.
Me di cuenta en ese momento que me había atado en el fondo junto a él, y no quería irme nunca más.
 
— Por favor, Meg.
 
Ni siquiera sabía que estaba pidiendo, pero asentí porque le daría lo que quisiera. Lo imposible, lo posible, cualquier cosa que quiera.
Y no sé hizo esperar, porque instantáneamente sus labios estuvieron en los míos, suaves y deliciosamente adictivos. Mis manos, que estaban encerradas entre sus brazos, quisieron tocar cada parte suya, pero no tenía fuerzas para moverme, y tampoco para seguir resistiendo. Lo quería sin importar qué.
Mordí su labio y sonrió ligeramente, haciendo que yo imitara su sonrisa.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, profundizando más y más el beso, hasta que fuimos disminuyendo la velocidad lenta y dolorosamente…
 
De todos mis momentos con él, creo que ese es el que más atesoraré. Pero no podré revivirlo, ya no quiero.
Porque no importa lo que dijera, él no me amaba, ahora lo veía. O tal vez no se quería a sí mismo lo suficiente como para amarme a mí también. De cualquier manera, ahora entendía que incluso si hubiéramos intentado algo, nunca hubiera funcionado. Porque ambos estábamos condenados gracias a errores de otras personas.
Ojala lo hubiera visto antes. ¿Cómo demonios fui tan ciega?
Yo sé la respuesta a eso: Decidí ser ciega para no hacerme daño. Damon tenía razón, sabía que esto me lastimaría. Él sabía. Todos lo sabían y nadie fue capaz de decirme la verdad.
¿Puedo confiar en alguien?
En Caden y Andy, tal vez, pero no importa lo mucho que quiera a Liam, ya no podía confiar en él.
Tener odio y amor hacia una persona dentro de ti te destruye, así que quería desterrar para siempre un sentimiento. Elegí el amor. El amor me mintió y me traicionó, pero era mi culpa.
Cada cosa que pasó es mí jodida culpa.
Porque había amado a las personas equivocadas.
Ojala lo hubiera visto antes…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario