Capítulo 37
Siempre puedes volver
a casa
Damon
Ay no.
Esto no podía estar pasando justo ahora, cuando las cosas parecían estar
bien. Cuando Megan parecía estar jodidamente
bien.
Sin embargo, no estuve sorprendido. Demasiadas personas sabían el secreto,
y la mayoría aquí tenían una gran bocota y algo de alcohol en su sistema.
Definitivamente no era una buena combinación.
Mientras mi hermana preguntó lo que todos temíamos, yo me levanté y comencé
a seguir a Gabe. No sé por qué lo hice. Quiero decir, ni siquiera era mi
problema, aunque que no me agrade en exceso que Mason esté enamorado de mi
hermana, el estúpido secreto con el que Josh me estaba haciendo cargar se
estaba descubriendo poco a poco, como cuando vas quitando una bandita luego de
haberte lastimado de un brazo. Poco a poco, sientes como tu piel y la bandita
se despegan entre sí, y sientes cada maldito tirón.
Así sería esto, lo sabía. En vez de decirlo desde un principio, decidí
guardarlo por el bien de mi hermanita, pero creo que ahora me doy cuenta lo
equivocado que estaba.
Lo equivocados que Josh y yo estábamos.
Megan siempre creyó que Josh era perfecto, alguien que no comete errores o
hace cosas malas, pero supongo que todos pensamos eso de nuestros modelos a
seguir, ¿no?
Todo estaba malditamente mal, equivocado. Estaría tan herida, que incluso
tal vez todo este tiempo que pasó intentando recuperarse, se volvería a nada
otra vez. Avanzó diez casillas y retrocedería todas, o tal vez más.
Era de lo que yo quería protegerla.
De lo que me hubiera gustado a mí que me protegieran, porque Josh también
había sido mi héroe una vez. Sí, lo sé, suena tan marica, por eso probablemente
nunca se lo dije en voz alta. Y ahora me arrepiento de no haberle recordado
eso. Que aun cuando Josh fue un humano común y corriente, tendría que haber
pensado en nosotros cuando decidió abandonar a una chica embarazada. Él tendría
que haber sabido lo que nos haría.
Tal vez lo supo, o tal vez no. Probablemente si es así nunca lo sepa.
Así que mientras caminaba por la arena en busca de una cabeza rubia, por un
breve segundo odié a mi hermano por ponernos en esta situación a todos.
— Gabe, espera. —Pedí cuando lo vi entrando en su auto.
— Joder, no. —Maldijo cuando tomé las llaves de su mano, e intentó
quitármelas. —Damon, dame esas putas llaves.
— Hermano, estás borracho hasta la mierda. No voy a dejar que conduzcas. —Fruncí
el ceño cuando rodó sus ojos, restándole importancia.
— ¿Y qué harás? ¿Llevar mi culo borracho? Porque te lo digo, idiota, no soy
una buena compañía en estos momentos.
— ¿Me estás jodiendo? —Resoplé. — No voy a llevarte hasta tu casa,
rubiecito. Vamos a la fiesta. —Comencé a caminar, y cuando no me siguió mi
paciencia se acabó. Lo tomé por el cuello de su camiseta, y lo levanté a penas.
— Escúchame, pedazo de mierda. Vas a volver a esa puta fiesta con tu mejor y
más jodidamente linda sonrisa brillante, ¿me oíste bien? Porque causaste un
jodido lío ahí. —Mi actitud de chico intimidante por lo general nunca la sacaba
a relucir, pero yo no era de esos que intentaban “convencer” a la gente. Ellos
hacían lo que yo quería, les guste o no. Apreté mi agarre. —Quiero que desvíes
la atención del problema de mierda con algún puto chiste o algo. Eres un chico
imaginativo, seguramente tienes algún truco debajo de tu manga que tu ego
estaría emocionado por mostrar. Así que por-jodidamente-favor, vuelve a la
fiesta o de romperé la cara. —Lo solté y le di mi peor mirada.
Gabe parecía a punto de mearse en sus pantalones.
— Lo Si-sie-ent-to. —Tartamudeó. — Ya voy, ya voy. —Gritó y salió
corriendo.
Claro, sabía que estaba equivocado en no haberle dicho a Megan el secreto,
pero ahora no había vuelta atrás. No podía soltarle todo esto ahora. Me prometí
a mí mismo que se lo diría antes del
día que nos fuéramos. El puto domingo.
Y ya era jueves.
Suspiré pesadamente, y comencé a caminar hacia la playa otra vez.
Cuando llegué, automáticamente fruncí el ceño. Uno de los amigos de Gabe
estaba cómodamente hablando con Lisa, y ella lo miraba con interés.
No tenía ni idea de lo que me pasaba con esa chica, pero lo que sí sabía
era lo que me hacía. Desde sus palabras y expresiones, hasta sus labios y ojos
verdes eran adictivos. Adictivos de una manera que nunca había llegado a
comprender. No era el mejor momento para encontrar el amor y toda esa mierda,
pero algo en mí me impedía dejarla ir.
Por eso, caminé hasta su lado, la volteé bruscamente y uní nuestros labios
con fiereza.
Lisa estaba sorprendida, y tardó unos segundos en responder, pero cuando lo
hizo abrió su boca para dejarme entrar, y pasó sus brazos por mi cuello,
jugando con el pelo de mi nuca. El sabor a cerveza y algo más en su aliento
hizo que gimiera en aprobación, tomándola de la cintura. Supongo que ya no tenía
muchas ganas de dejarla ir. Menos que antes.
No sé cuantos minutos estuvimos así, jugando con nuestras bocas, primero
bruscamente y luego con ternura, pero cuando Andy me separó, quise golpearlo.
—Creo que ya hiciste tu punto. —Alzó una ceja y miró a Lisa. — ¿Algo que
decir?
Pero Lisa parecía que no estaba escuchando, miraba la nada, perdida en sus pensamientos.
Parecía sorprendida y horrorizada, lo cual me asustó.
Repentinamente levantó la cabeza y me miró con frialdad.
— Nunca vuelvas a poner tu lengua en mi boca, porque te voy a patear los
genitales, Damon Waters. —Y con eso se volteó y se fue con su amiga Quinn.
Mi boca estaba ligeramente abierta mientras los chicos a mí alrededor se reían
de mí.
— Hijos de perra, ya va a tocarle a ustedes. —Los señalé. — Y no va a ser
divertido.
— Damon. —Mi hermana tiró de mí antes de que pudiera formar cualquier
pensamiento. Su cara lucía un poco pálida, y había terror mezclado con furia en
sus ojos. — ¿Qué demonios fue eso?
—Megan, sé que quieres saberlo. — Comencé, y ella esperó pacientemente. — Sé
que estás confundida de porque todas estas personas conocen a Josh.
Probablemente yo estaría igual que tú.
— Sí, claro. —Se burló, pero seguía enojada. —Solo que tú sabes el secreto,
y no quieres decírmelo porque… ¿por qué?
— No quiero lastimarte. —Fui sincero, o lo más sincero que pude manejar
ser.
Megan me miró fijamente y luego juntó sus cejas. — ¿Tan…malo es?
No era malo. El gran secreto no era malo en sí, si no que las decisiones
que Josh tomó fueron monumentalmente desastrosas. — No exactamente, pero va a
lastimarte. —Suspiré. — Pero voy a decírtelo tan pront…
— Ya dijiste eso antes, ¿recuerdas? Cuando te enfrentaste con Liam en el
restaurante, o cuando Liv y Kai aparecieron aquel día. — Me cortó. — Esas son
las razones por las que no puedo creerte, Damon.
— El domingo. — Sé que dije antes,
pero nuevamente mi lado egoísta salió a relucir y me recordó felizmente que
probablemente la única hermana que me quedaba me dejaría de hablar en cuanto se
entere, así que iba aprovechar lo máximo que pudiera.
— Damon, no creo que deberías atrasarl…
— El domingo, hermanita. —No iba a decírselo ahora, eso quedaba fuera de
discusión. — Créeme, es mejor así. —Le di una sonrisa, aunque me sentía todo
menos feliz. —Mira, están tocando la guitarra. —La arrastré a donde venía la música,
y Megan dejó de prestarme atención cuando el perro enamorado se puso a cantar.
Fenomenal.
Megan
Liam estaba cantando y
tocando la guitarra. Y se veía como la criatura más hermosa del planeta entero
haciéndolo.
93 million miles from the Sun
People, get ready, get ready
'cause here it comes it's a light a
beautiful light
over the horizon into our eyes
Sus hábiles dedos se
movían entre las cuerdas como si la estuviera alabando, y los músculos de su
espalda se tensaban mientras se movía.
— Dios mío. —Dijo Quinn. — Es impresionante.
Impresionante ni siquiera parecía acercársele. Había escuchado cantar a Rush centenares
de veces, pero mientras que su voz era totalmente gruesa, la de Liam podía
llegar a los agudos fácilmente. Recuerdo que la canción que Rush me cantó en
esa fiesta era de Bruno Mars, pero cuando él la canto, sonó diferente. Hermosa,
pero diferente.
Liam podía hacerle una sólida imitación a Jason
Mraz sin ser abucheado en el intento.
Por un segundo me permití admitir lo que
sentía mientras lo miraba…
Just know wherever you go
You can always come home
Me gustaba. Mucho.
Aunque eso era el
eufemismo del siglo, porque en este momento, a pesar del tiempo que lo conocí y
el tipo de relación que teníamos, sentí que lo amaba. Tanto que mi amor no podría
caber dentro de mí por más tiempo antes de que se lo dijera.
Every road is a slippery slope
there is always a hand that you can hold on
to
looking deeper through the telescope
you can see that your homes inside of you
Alargó el you más de lo normal con una sonrisa verdadera,
y me miró fijamente mientras terminaba
el resto de la canción. No pude apartar mi mirada de sus ojos whisky, no quería
hacerlo más.
Cuando dejó sus dedos
quietos y dejó de cantar, recibió una ovación de aplausos, gritos e incluso
chiflidos por parte de todos nosotros. Se ruborizó levemente y nos sonrió a todos.
Quería comérmelo.
Gabe no habló con él o
conmigo por el resto de la fogata, pero cada chico o chica lo suficientemente
atrevido como para cantar, lo hacía.
Livvie y Liam cantaron
need Your now. Estuvo mirándome toda
la maldita canción mientras mi corazón latía salvajemente. Mis mejillas
estuvieron al rojo vivo todo el tiempo, pero no impidió que devolviera su
mirada otra vez o que sonriera tanto que casi dividía mi cara la mitad.
Paul y Hanna tocaron Crazy de Aerosmith, y se miraron con
tanto amor y ternura mientras que Jack gritaba que miren al público.
Incluso Andy y mi
hermano pasaron al frente y nos deleitaron con Let her go, aunque ambos hicieron que Passenger muriera solo para
revolcarse en su tumba. Pobre chico, probablemente le agarró algún tipo de
virus. Este tipo de cantos tuvieron que afectarle, incluso cuando no los oyó.
Kai estuvo con Quinn
armando castillos en la arena hasta que Caden la raptó y quedó conmigo. Tomamos
bebidas sin alcohol y me preguntó si había tenido mascotas en donde yo vivía.
Le conté eso y un par de cosas sobre mí, y tuve una charla completamente normal
con un niño de cinco años.
Luego comenzó a
bostezar y le conseguí una manta, y se acurrucó en mi regazo.
Mientras él dormía y
todos bromeaban, no podía evitar esa sensación que había invadido mi cuerpo
desde que hablé con Damon. ¿Qué tan difícil podía ser decirme el puto secreto?
¿Era algún tipo de terrorista o qué?
— Oye. — La voz de Liam me sorprendió, y lo miré mientras se sentó junto a
mí, mirando a Kai con su cabeza en mi hombro. — ¿Se llevan bien, eh? —El tono
de su voz dejaba explícito algo más, aunque tal vez solo era para entendidos.
— Me llevo bien con todo el mundo, es un don natural. —Le sonreí.
— ¿Con qué el gen Waters posee carisma? —Alzó sus cejas mientras se
acostaba en la arena.
— Podría decirse que sí. —No estaba prestando atención a lo que decía, sino
al pedazo de piel que se había descubierto. Parecía suave y bronceada, y tuve
que apretar mis dedos para que no la tocara.
Tienes a Rush, tienes a Rush, tienes a Rush…
Maldición, estaba perdida.
Y me encantaba.
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