2
Hayley
Cuando me
desperté a la mañana siguiente, pensé seriamente en poner una excusa a mi madre
y no ir.
“Oh, mama, lo siento tanto, pero es que el pez Syd murió… estamos
todos de luto por Larry”
“¿A qué no te imaginas que me pasó llegando a casa, mama? ¡Un peje-lagarto
me atacó en el camino!”
“Las puertas de la residencia están clausuradas por un estudiante
poseído, tenemos que quedarnos todos adentro hasta nuevo aviso”
“Hayley dice que lo lamenta, señora, pero somos extraterrestres
provenientes de una galaxia desconocida por usted y necesitamos el cuerpo de un
humano súper inteligente y hermoso como su hija para experimentar”
Gemí
cansinamente, sabiendo que había millones de razones por las cuales no pondría excusas.
Sobre todo del tipo que estaba pensando.
Mama jamás
creería cualquier mentira que yo le dijera. Toda la vida había sido alguien
fácil de leer, la hermana transparente que todo le importaba una mierda y por
ende, poco me afectaba que la gente supiera mis pensamientos. A excepción de mi
relación con Dustin, nunca había sentido la necesidad de mentirle a mi madre.
Ella, por sobre toda esa personalidad de mujer loca dominada por el estrés, era
una buena mujer que lo único que hacía era preocuparse por su familia. De
pequeñas, tanto Chloe como yo entendimos eso, y le hacíamos la vida más fácil.
El hecho de que mi mama sabe jodidamente que los peje-lagartos no existen es
una clara desventaja para mis excusas no coherentes, pero ni siquiera iba a
esforzarme en mentirle, simplemente porque no podría escuchar el tono de
decepción en su voz cuando se lo dijera.
Soy una
chica dura, gran cosa. Pero odiaba defraudar a la mujer que me dio la vida y me
amó.
Otra de las
razones, y creo que esta era la más importante, es que esto no es con mamá. Es
con mi hermana, a la cual amo, adoro y protejo. Chloe me necesita, incluso
aunque no me lo haya dicho claramente, yo lo sé. No es por la mierda de las
gemelas, donde nos leemos los pensamientos o sabemos lo que piensa la otra; en
la vida real no pasan esas cosas, lamentablemente.
Nos
conocemos una a la otra, nuestros sueños, fraudes, delirios, aficiones,
secretos… ese siempre había sido nuestra manera correcta de hacer las cosas.
No mentir,
ni engañar a tu hermana. Nunca. Jamás.
Así que,
cuando mi teléfono sonó y vi que era Chloe, comencé a levantarme mientras
contestaba.
— ¿Acaso no
sabes que la gente necesita horas de sueño para comenzar su día de buen humor?
La risa
melodiosa llegó desde el otro lado de mi teléfono. Ese era más nuestro estilo:
ella reía y yo gruñía como una malhumorada 24/7.
— ¿Alguien
se despertó del lado equivocado de la cama, Hayley? —Dios mío, cuando ponía ese
tono de voz parecía mi madre.
— Chloe, ve
al grano si quieres que llegue a tiempo para el almuerzo. —Froté mis ojos y
comencé a caminar al baño. El dormitorio de Syd estaba totalmente oscuro, y
podía escuchar los ronquidos por parte de Maddie en algún lado del suelo.
— En
realidad no te llamé por un asunto en específico…— Sonaba un poco indecisa en
seguir hablando.
— ¿Qué pasa?
—Cerré la puerta del baño y puse el altavoz mientras abría el grifo para
lavarme la cara.
— Estoy
nerviosa, Hay. —Tuve la imagen de ella retorciendo sus dedos en su regazo, que
es lo que seguramente estaba haciendo en estos momentos.
— Chloe,
dime que mamá no te metió esas ideas extrañas sobre casarte de forma apresurada,
sabes que le encanta toda esa mierda de orgullo y prejuicio…
— No, no es
eso. — Dijo y suspiró pesadamente. Tomé el cepillo de pelo de Syd, y comencé a
enredar mi chiquero. — Quiero que todos lo acepten. ¿Qué tal si a mamá o papá no les gusta? ¿O a ti?
— Chloe, te
tiene que valer mierda lo que…—Paré de cepillarme y mi temperamento comenzó a
hervir. — ¿Dijiste papá?
— Hayley…—
Me reprendió, sabiendo exactamente lo que pensaba yo sobre papá. — Espero que
no hagas ninguna escena, ya hablé con papá sobre esto. Él dice que tú provocas
las confrontaciones, pero quiere estar en paz hoy.
— ¿Sabes
dónde puede meterse su paz, Chloe? Te diré dónde…
— Hayley…
— ¿Qué está
pasando aquí? —La puerta del baño se abrió de repente, revelando a una Maddie
con ojos pegados y a una Syd con el ceño fruncido.
— No
deberían abrir la puerta de repente, podría estar en una situación
comprometedora. — Tomé el teléfono, saliendo del minúsculo baño, y prendí las
luces buscando mi ropa.
Syd podría
ser la persona más aplicada del universo, pero su pieza era una auténtica
mugre.
— ¿Estás con
Maddie, Hay? —La voz de Chloe suena confundida.
— Sí, y no
me digas otra vez como huele su axila, hermanita. Estamos en altavoz.
Maddie mira
enojada el teléfono.
— ¿Qué
demonios dijiste de mi axila, gemela Mary Poppins? —Syd le da palmaditas en la
espalda a mi amiga, intentando calmarla.
— ¡No dije
nada de tu axila! Hayley es una mentirosa.
— ¿No lo
dijiste tú? —Pregunto en broma. — O tal vez lo dije yo, no lo recuerdo bien…
Syd se ríe
entre dientes.
— Bien,
bien. Tengo que ir a casa a ayudar a mamá, Hayley. Nos vemos a las 12 en punto,
no llegues tard…
— Así que no
estás en casa…— Sonrío malvadamente, incluso aunque no puede verme. — ¿Dónde
estuviste anoche, pequeña pervert…
— Adiós,
Hayley, nos vemos en un rato. —Mi hermana. Jodidamente me corta el teléfono.
Mis amigas
siguen hablando de cosas triviales, mientras que continúo con la búsqueda de mi
ropa.
Luego de un
rato, comienzo a desesperarme, porque cada vez tengo menos tiempo para ducharme
y desayunar antes de ir a casa.
— Oye, Syd,
tu pieza es un asco. —Lo único que encontré fue abrigo y mis vaqueros gastados.
— ¿Tienes alguna idea de dónde puede estar mi ropa?
— Hayley,
¿por qué simplemente no vas a tu apartamento y te pones otra ropa? —Maddie se
está impacientando. Hoy saldrá con un chico de su clase de Literatura Inglesa,
y Syd va a cuidar a sus primos porque sus tíos se van de vacaciones.
Y yo estoy
en vaqueros gastados y sujetador negro, buscando por lo menos mi blusa que usé
para venir hasta aquí. Tomé mi abrigo y miré alrededor con urgencia.
— Gracias,
Jimmy Neutron, por tu sugerencia, ¿quieres que salga en sujetador?
— Quien
sabe… si tuviera tus pechos haría el intento. —Maddie se encoge de hombros. —Por
lo menos conseguiría que me lleven.
Gemí en
descontento.
— Joder, y
tengo que conseguir un taxi para llegar hasta allá. —Encontré la llave de la
casa de mi madre, y la puse en el bolsillo de mi abrigo.
— ¡A la
mierda! —Quince minutos después, Syd me arranca el abrigo color negro de las
manos y comienza a pasarme las mangas por los brazos. —Ciérratela.
Ni siquiera soy
capaz de empezar a cerrarla y ya estamos fuera del departamento. Syd cierra con
llave y las tres corremos abajo.
Estoy
llegando tarde. Se supone que tenía que estar en casa al mediodía. Bien,
adivinen qué hora es.
— ¡12 y 10
minutos! —Chilla Syd mirando su reloj mientras salimos por las puertas del
departamento. El portero nos mira raro cuando pasamos corriendo. Comienzo a
reducir la velocidad.
— ¡Oye!
¿Nunca viste a nadie llegar tarde, grandísimo idio…
— ¡Vamos! —Gritan
ambas, tirando de mí hacia la puerta.
Cuando
llegamos a la acera, nos damos besos de despedida rápidos y nos encaminamos a
diferentes direcciones. Maddie a la parada de taxis, Sydney a la casa de sus
tíos que queda a unas cuadras de su departamento, y yo a la residencia. ¿Mencioné
que no tengo mis jodidas bailarinas? Probablemente me agarre algún tipo de
contagiosa infección en mi pie y moriré, pero ¿qué es la vida si no se toman
riesgos, verdad?
Subo las
escaleras con rapidez, y cuando llego a la puerta me detengo abruptamente.
Joder.
Maddie tiene las llaves.
Pienso en
llamarla pero… dejé el estúpido teléfono en lo de Syd.
Bravo, Hayley.
— Tranquila,
Hayley, respira. —Me paseo frente a la puerta de mi departamento, pensando en
otra solución más que en la obvia.
Al final,
opto por la única que se me ocurrió y me echo a correr por los pasillos,
ignorando las miradas de desdén que me dan las perras de primer año cuando las
empujo para pasar. Hoy no es mi día,
damas, no se metan en mi camino.
Mientras
llego abajo corriendo por las escaleras, recuerdo que tampoco tengo dinero, así
que ni siquiera lo dudo: corro en dirección a casa como si un terrorista
hubiera puesto una bomba a mi lado.
Dustin
— ¿Estás
nervioso? —La misma voz que amé tanto hace tiempo habló junto a mí. —
¿Recuerdas como llegar? —Tenía su mano en el picaporte de la puerta de mi
departamento, y yo miraba un artículo de la revista de Nathional Geographic con atención.
Si mis ojos
se encontraran con su figura solo por un segundo, tal vez podría convencerme de
que Hayley aún estaba conmigo. Su mismo cabello caoba, su nariz pequeña y
respingona, sus pómulos, todo gritaba que era ella.
Excepto sus
ojos y su sonrisa. Nunca había visto tanta vida en unos ojos hasta que conocí a
Hayley West. Su aura destilaba vibras que jamás había sentido antes. Un
espíritu rebelde, que vivía bajo propias reglas. Con tal solo mirar sus ojos
casi violetas, era imposible no dejarla ser. Y su sonrisa… me hacía querer reír
a sabiendas de lo que su sonrisa malvada era capaz de hacerle a mi organismo.
Cualquier
persona que viera a ambas gemelas, no podría distinguir su parecido. Incluso yo
me llevé una sorpresa cuando conocí a Chloe.
Recuerdo
haberla visto de espaldas y creí que era algún tipo de mierda que te da el
destino de vez en cuando. Ella me había engañado con mi propio hermano, mierda,
no tenía por qué sentir lo que en esos momentos sentía.
Excitación.
Entusiasmo. Alegría. Amor.
Y esos
mismos estúpidos sentimientos, fueron los que hicieron que camine hasta ella y
ponerme a su lado, fingiendo que estaba buscando un libro, esperando que me
vea.
Incluso si
me ganaba un golpe en mis partes nobles, merecía la pena que Hayley me mire con
ese fuego otra vez. La amaba tanto que a veces sentía que mi corazón iba a
salirse de mi pecho.
Por eso,
cuando miró en mi dirección y me dio una sonrisa angelical y sincera, me di
cuenta que no era ella.
Tal vez tiene algún trastorno de personalidad que no me di cuenta,
pensé.
— Hola. —A
la mierda, si ella seguía con este tipo de actitud, la besaría con fuerza para
que me recuerde.
— Hola. —
Sonrió, como si no tuviera ningún problema en el mundo, y mi corazón dio un
vuelco cuando vi su expresión tan pacífica y calma.
Esta no eres tú, Hayley West. ¿Dónde está la chica de la que me
enamoré?
— Soy
Dustin. — ¿Y si no había significado nada para ella? ¿Realmente era posible de
que haya sido tan poca cosa en su vida que me había olvidado? ¿Después de todo
lo que pasamos?
— Soy Chloe.
Chloe West. —Me tendió su mano, pero yo la miré fijamente.
Joder.
Simplemente estas cosas no pasan en la vida real. No era posible que hubiera
encontrado con la hermana gemela de mi ex. Miré en sus ojos un poco más, convencido
de que estaba jugando conmigo. Le di la mano sin embargo, y analicé un poco más
su comportamiento.
Al final,
por mucho que deseara que fuera ella, no lo era. Lo supe cuando sacó “Cumbres
borrascosas” del montón de libros del mismo género y lo dejó bajo su brazo.
También me di cuenta que era su gemela cuando me preguntó si necesitaba ayuda
buscando algún libro de la estantería.
Hayley sabría
perfectamente que los únicos libros que leo son los históricos. Nada de
romanticismo.
Y, por
último, me di cuenta cuando me pidió reunirnos en un Starbucks la próxima semana, luego de hablar de cosas triviales.
¿Adivinen qué? Mi ex novia loca odiaba los Starbucks más que las aceitunas.
Decía que era una tonta cafetería hipster, donde había montones de tontos
chicos siendo algo que no son. Yo pensaba que era bastante dura con todo el
mundo, pero aun así adoré su franqueza.
No sé por
qué acepté verme con Chloe. Tal vez era algún tipo de desespero que sentía
desde que Hayley y yo terminamos, y quería lo más parecido a ella que podría
conseguir. Solo puedo decir que ahora estaba en un auténtico lío, temiendo por
mis partes nobles —ahora con una certeza comprobable— y con una chica que era
físicamente igual a la chica que aún estaba enamorado.
Quería a
Chloe, sin embargo. Ella me vio roto y triste, y aun así arriesgó su propio
corazón al enamorarse de mí, algo que Hayley, por lo que me había demostrado,
no había hecho. Creo que eso fue lo peor de todo, nunca estuvo enamorada de mí.
Te amo pero…
Una mentira.
Desde ese
día, estoy tratando de convencerme de que estoy con la gemela correcta.
— Cielo. —Volví
al presente y miré a Chloe que me miraba impaciente.
— Lo siento.
—Sacudí mi cabeza. — ¿Qué decías?
***
Aparqué el
auto de Zack frente a la dirección que Chloe me había dado. La casa era de dos
pisos, con rejas blancas y enredaderas que escalaban la pared del lado
izquierdo artísticamente. Tenía un jardín delantero, y había una entrada al
trasero.
Salí del
auto y quité de mis ojos mis gafas de aviador y caminé hasta las escaleras del
pórtico, y toqué mi puño en la puerta con suavidad. Sintiendo pasos del otro
lado de la puerta, miré mi reloj y sonreí internamente. 12:15 pm.
Nada mal, Marshall.
Chloe abrió
la puerta, y de un tirón a mi camiseta, estaba adentro de la casa, más
concretamente la sala.
— ¡Gracias a
Dios que llegaste!
Fruncí el
ceño. —Pensé que dijiste que tenía que venir a las…
— ¡Lo sé, lo
sé! —Parecía estar a punto de una crisis, caminando de un lado al otro. — No sé
qué demonios pasó…
— ¡Dustin! —La
voz de una mujer me hizo mirar hacia las escaleras. —Llámame Anna. —Llegó hasta
mí y tomó mi mano. Sus ojos verdes eran alegres y cálidos, y el pelo era el
mismo tono que el de las hermanas.
— Dustin
Marshall, un placer conocerla. —Estaba haciendo un esfuerzo sobre humano por no
maldecir en la casa de Chloe.
— ¿Hayley? —
Un hombre con cabello castaño entró a la sala desde lo que supongo que es la
cocina. Tenía el estómago redondeado ligeramente, y podría decirse que estaba
en sus cuarenta y largos. —Oh, eres tú. —La frustración en su cara era
palpable.
— Cierra el
pico, Fred. —Amonestó Anna.
— Papá. —Chloe
tomó mi mano, y le sonreí alentadoramente. —Él es Dustin Marshall, mi…
— Sí, tu
novio. Ya entendí. —Se acercó a pasos amenazantes y se puso a mi altura. — ¿Qué
intenciones tienes con mi hija?
Abrí la boca
para contestar, pero luego la volví a cerrar cuando su madre habló.
— Deja de
intimidar al pobre chico. —Frunció el ceño, y luego volvió a mirar a su hija. —
¿Dónde está tu hermana? —Mi estómago se apretó.
— No lo sé. —Suspiró
Chloe. —Hablé con ella esta mañana, dijo que vendría.
— Sabes que
tiene muchas presiones con la universidad, cariño. — Su madre sonrió con
compasión, como si tuviera pena de Chloe.
— ¿Hablaste
con ella sobre mí tranquilidad? —Su padre se cruzó de brazos.
— Sí. —Chloe
rodó sus ojos.
— ¿Qué dijo
al respecto?
— Dijo que
puedes meterte tu paz en…
— ¡ESTOY
AQUÍ! —Mi garganta, mi estómago y mi corazón —sobre todo ese estúpido órgano
humano— se apretaron al sonido de su voz.
Esa voz que amaba tanto.
La puerta se
abrió y todos nos dimos vuelta ante el sonido de pisadas en la sala.
Su pelo
caoba estaba enredado, como si acabara de salir de la cama. Sus ojos estaban
cerrados fuertemente y podía ver corriendo gotas de transpiración sobre su
frente. No había ningún tipo de maquillaje en su rostro. Su pecho subía y
bajaba drásticamente, como si hubiera corrido algún tipo de maratón sin parar.
Tenía unos vaqueros y un abrigo un poco abierto, mostrando la inexistente ropa,
y dejando ver su sujetador negro; sus pies estaban descalzos, dejando ver sus
uñas color azul a la vista de todos los que estábamos en la sala.
Seguía
siendo la criatura más hermosa que alguna vez haya visto.
— ¡Hija! —Su
madre corrió a la puerta, donde Hayley estaba apoyada. — ¿Qué te pasó?
— No encontré
las…—Abrió de repente sus ojos, como si hubiera sentido me mirada, y su boca se
abrió con horror, reconociéndome, encontrándose conmigo por primera vez desde
hace meses.
Con que ésta era la gemela correcta.
Hayley
No
era posible, pero a la vez sí. Claramente era él. Dustin Marshall estaba dentro
de mi casa, junto a mis padres.
Tomando la mano de mí hermana.
Creo
que voy a vomitar. Correr como si tu vida dependiera de ello y ver a tu ex
novio con tu hermana gemela no es una buena combinación.
Parpadeé
varias veces, deseando con todas mis fuerzas que sea un sueño. Una pesadilla, más
bien. Pero sabía que era real.
¿Era
algún tipo de reality que mi mamá había contactado para ganar dinero? Esperaba
que sea eso, también. Cualquier cosa antes de considerar que mi hermana estaba
con Dustin.
— ¿Hayley? —
Mamá pasó una mano por mi cabello suavemente, mirándome. — ¿Qué pasó?
No podía
hablar. Mi garganta estaba obstruyendo mi voz con un nudo del tamaño de una
sandía que no podía tragar. Por primera vez en meses, quería llorar como una
niña pequeña en los brazos de mi madre.
Si no
hubiera tanta gente mirando.
— Nada, no
pasó. —Bajé la mirada para que nadie viera las lágrimas en mis ojos. Chica dura, sí, claro. — Tuvimos una
noche de chicas en lo de Syd y… olvidé mis llaves.
— ¿No
tuviste tiempo para pasar y tocarle la puerta a tu amiga loca y conseguir un
poco de ropa? —Mi padre refunfuñó, pero ni siquiera me molesté en fulminarlo
con la mirada.
— No estaba.
—Miré a Chloe, y le di una sonrisa temblorosa. ¿Sabría que era mi ex?
Probablemente no. —Siento llegar tarde.
— Todo está
bien. —Sonrío, pero no ocultó su ceño fruncido de preocupación. Tenía un
aspecto terrible.
Me levanté,
rezando a los astros para que Chloe no haga las presentaciones con Dustin hasta
que pudiera recomponerme en la soledad de mi antiguo dormitorio, y la miré.
— ¿Tienes
ropa o algo? —Cerré mi abrigo hasta la barbilla y miré mordazmente a mi padre.
— Sí, claro.
—Asintió, y luego me miró con una sonrisa. —Este es Dustin Marshall, mi novio. —Miré
su perfil mientras se dirigía a Dustin. Ni siquiera pensé en mirarlo. — Ella el
Hayley, como te darás cuenta. La hermana gemela loca de la que te hablé.
Ninguno de
los dos hizo ademán para saludarse. No nos mirábamos a los ojos, tampoco.
Ni siquiera
puedo expresar cuanto lo odio ahora mismo.
— Un placer.
—Levantó su mano, y noté como temblaba ligeramente. También vi la mirada de
duda en el rostro de mi hermana, y me di cuenta que tendría que fingir que no
lo conocía.
¿Cuántas mentiras
podían involucrar a una sola persona?
Muchas.
Seguía
siendo el mismo culo caliente que cuando lo conocí. Cabello negro azabache
tirado hacia arriba en puntas y ojos del color del musgo, pero más brillantes.
Nariz recta y un hoyuelo en la mejilla derecha que hacia babear a toda la
población femenina, e incluso una parte masculina. Su cuerpo seguía tan en
forma como siempre, y por un momento creí que no habían pasado más de unos
pocos días desde que rompimos.
Tomé su mano y la sacudí, ignorando el estremecimiento
familiar que subió por mi brazo. Su mano seseguía
siendo igual de cálida y fuerte, y una parte de mi odio cuando nos soltamos y
tomó la de mi hermana. Como si estuviera demostrando lo que había aprendido la
noche de la fiesta: que soy fácilmente reemplazable.
No llores, Hayley. No merece una gota de tus conductos lagrimales.
Con mis ojos
cristalizados —y sé que él lo notó— le sonreí, sin una pizca de calidez.
— ¿Estás
bien, Hay? —Chloe me miró e intentó acercarse a mí, pero retrocedí y caminé
hacia las escaleras.
—Perfecta.
***
Lo primero
que hice al llegar a la habitación que había compartido con mi hermana, fue
intentar quitarme el abrigo con suavidad, pero cuando el cierre no cedía, lo
rompí.
Busqué en el
armario, donde la mayoría de las cosas eran rosas, y tomé cualquier ropa sin
una segunda mirada. No me importaba ponerme un vestido de gala o un tutú, no
quería bajar en primer lugar.
Cuando llegué
y entré a la ducha, comenzaron las lágrimas. Primero fueron silenciosas, y
luego se convirtieron en sollozos ahogados por el ruido del agua corriendo.
Sentía que
por primera vez odiaba a mi hermana tanto como lo odiaba a él. De la manera en
que odiaba a Dustin: era la sensación de odiarlo tanto como lo amaba.
Odiar su
falta de hermandad, incluso aunque sea inconsciente. La manera en que lo
miraba. Que le sonreía.
Y él le
sonreía de vuelta. Como solía hacerlo conmigo.
Lo fácilmente
reemplazable y sin valor que me sentí cuando miré a ambos. La perfecta
combinación: chico protector y chica indefensa.
La manera en
que sentí como yo era la que siempre sobró, siendo que yo lo vi primero. Como
si fuera un estúpido triángulo amoroso y fuera la chica que al final se queda
sola. La que todo el mundo le tiene lástima.
Los odio.
Y no podía
evitarlo.
Me deslicé
por los azulejos del baño y me senté, no queriendo salir nunca de la calidez de
la ducha.
Nunca les
perdonaría esto. Incluso si Chloe no lo sabía, no podría. Mi orgullo y mi corazón
estaban dañados en partes iguales. O eso era de lo que me quería convencer.
***
— Entonces,
Dustin…—Comenzó mi mamá cuando estábamos todos sentados en la mesa. — ¿Qué
haces?
— Estudio. —Respondió
él con simpleza. — Y trabajo como ayudante en la facultad.
— Tiene una
beca. —Comentó mi hermana, y justo en ese momento decidí apuñalar mi filete.
— ¿Qué te
interesa? —Preguntó mi madre.
— Historia. —Mi
hermana volvió a contestar por él, y quise gritarle que lo deje hablar, a Dustin
le encantaba explicar su pasión por la historia. Pero me detuve, recordando que
no era mi problema.
— Oh. —Dijo
mamá con una sonrisa.
— Hayley, ¿cómo
va la escuela? —Preguntó Chloe y yo rodé mis ojos.
— Fantástica.
—Tomé agua, y la miré con mi cara de póker.
— ¿No
conseguiste que te echen todavía? —Mientras que mamá y Chloe siempre habían
estado felices de que estudie, papá pensaba que era una pérdida de tiempo.
Siempre creyó que aún era demasiado pequeña para estudiar, pero no para
trabajar. Aún tienes tiempo, decía él
cuando yo comenzaba a hablarle sobre lo que quería hacer cuando me graduara de
la escuela secundaria.
— Nop, aún
no. —Sonreí cínicamente y luego miré a mi hermana. — ¿Paz? Sí, claro.
— ¿Cómo se
conocieron? —Mamá intentaba cambiar el foco de la conversación hacia la pareja
enamorada. Dulce.
— En una
biblioteca. —Dijo Chloe, y le dio un sorbo a su zumo de naranja. —Ambos buscábamos
algo para leer en la sección de clásicos.
Me ahogué
con el puré que estaba comiendo. ¿Dustin? ¿Literatura clásica?
— Hayley,
¿estás bien? —Mamá me palmeó la espalda, visiblemente preocupada.
— Sí, estoy
bien. —Le dije cuando pude contestar.
Por primera
vez durante todo el almuerzo, lo miré. Noté que también me miraba, con una
mirada que intentaba comunicar algo, no sé…
— ¿Puedes
atender? —Mi hermana me preguntó cuando sonó el teléfono luego de comer,
mientras todos estábamos sentados en la sala y Dustin charlaba con mis padres.
Me levanté y
fui a donde descansaba el aparato en una mesita pequeña junto a la puerta de la
cocina.
— ¿Hola?
— ¡Hayley! Tu celular está en mi departamento.
— Dios mío,
no me digas. —Llevé el teléfono hasta la cocina con una sonrisa, sabiendo que
Syd me escucharía y me dejaría descargarme en contra de cada ser vivo
existente.
— Já, bueno.
No quería que pienses que lo habías perdido. —Respondió. — Gracias, Sydney,
eres la mejor.
— Eso es una
pobre imitación de mi voz. —Señalé riéndome.
— Lo sé. —Respondió
ella. — Entonces, ¿cómo va todo?
— Bien…
vamos a ver. —Fingí pensar. — ¿Si te dijera que Dustin Marshall es el novio de
mi hermana gemela, me creerías?
La línea se
quedó en silencio.
— No estás
jodiéndome.
— Syd, desearía
estar jodiéndote. Pero lamentablemente él es lo suficientemente hijo de puta.
— ¿Tu
hermana lo sabe?
— No lo sé.
No lo creo. Pero de todas formas…
— ¿Qué?
— Syd, estoy
tan enojada con ella. —Suspiré y me senté en la mesa de la cocina. — Siento
como si me hubiera robado a Dustin.
—Ella no te…
— ¡Lo sé! Y
eso es lo que más odio de todo.
— Hayley,
creo que te metiste en un buen lío.
— No me
digas.
Luego de
unas pocas palabras más, colgamos y comencé a volver cuando la puerta se abrió.
Paré de
caminar cuando vi a Dustin parado en la puerta.
— Hayley…
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