martes, 10 de febrero de 2015

Guerra de corazones rotos

Parte I

Hayley
En las semanas siguientes después de que vi a Zack estuvieron atosigándome con exámenes, teoría, cálculos, y otras mierdas de la universidad. Salí con las chicas algunas veces, pero Syd y yo nos juntábamos mayormente a estudiar. Maddie se quejaba de nosotras por ser tan aburridas y asquerosamente aplicadas, pero ella también tenía su parte justa de libros que leer.
También me dediqué a ignorar a mi hermana tanto como sea posible. Era gracioso como de organizada y pulcra era para las cosas matemáticas, pero ponme un problema de mi vida personal y mi cabeza era un auténtico caos. Apenas podía hablar un minuto con ella antes de que sacara el tema de Dustin, y mi irritación y celos se multiplicaban a niveles extremos. Sí, maldita sea, estaba irrevocablemente celosa, lo había asumido. Y eso no significa que estoy enamorada de mi ex novio, claro que no. Sino que extrañaba estar en una relación, eso era.
Maddie apenas sabía del tema. Me sentía un poco culpable, pero conociéndola, vería a través de mí y sabría cosas que ni siquiera yo deseaba saber. Además, contarle implicaría explicarle que estaba viendo a Zack otra vez, y sabría que ella no estaría muy feliz. Nunca lo admitió en voz alta, pero creo que pensó que Zack era alguien diferente, que al final la terminó tirando como trapo sucio a la calle, como todos los hombres de su vida. Recuerdo como sus ojos se apagaban y su vista se aguaba cuando le contaba alguna cosa graciosa que hacían Dustin y él, y no quiero hacerle eso más. Por eso, en este tema mi única confidente era Syd. Tal vez no la conocía como a Maddie, pero me alegraba saber que ella pensaba lo mismo que yo respecto al origen e mis celos.
No había sabido nada de Dustin desde esa noche, pero Zack siempre me mandaba algún mensaje preguntándome si estaba libre para salir o algo. Parecía que mi amistad con él volvía a ser normal otra vez.
Viernes 11:14 am Número desconocido: Hayley, ¿podemos hablar?
Joder, ¿otra vez con esto?
Viernes 11:15 am Hayley: No sé quién seas pero bien, habla.
Viernes 11:17 am Número desconocido: Soy Dustin.
Mi corazón dio un vuelco.
Joder, no. Fuera de mi vida.
Viernes 11:19 am Hayley: ¿Qué demonios quieres? Estoy ocupada.
Viernes 11:19 am Dustin Marshall: Ya te dije, solo quiero hablar. ¿Qué te tiene tan ocupada?
Sonreí perversamente cuando leí su pregunta. Se me permitía ser un poco malvada, ¿o no?
Viernes 11:20 am Hayley: Y yo ya te dije que hables de una vez, imbécil. Con respecto a tu pregunta, estoy estudiando con un compañero de laboratorio.
Una.total.mentira.
Pero en estos momentos me gustaría ver su expresión. Las únicas sesiones de estudio que había tenido con un chico, habían sido con él. Ni siquiera estudiábamos lo mismo, pero siempre se sentaba junto a mí y me dejaba divagar y explicarle lo que estaba estudiando cuando tenía algún examen del que no me sentía segura. Dustin siempre fue más bien un compañero de estudio silencioso, pero a veces le gustaba contarme algunos datos graciosos de alguien importante.
Sin embargo, todo eso duraba una hora como máximo. El tiempo restante lo utilizábamos para… uhmm… otras cosas.
Por eso, cuando el próximo mensaje llegó más rápido que los otros, sonreí como el gato Cheshire.
Viernes 11:20 am Dustin Marshall: Dime que es una broma.
Dejé el teléfono a un lado y me levanto de la cama, tirando los apuntes, lápices y mi calculadora al suelo. Bueno mierda, ni siquiera me acordaba que me había dormido con esto encima.
Corrí al baño privado que teníamos, y abrí la ducha. Hacía varios días que había pasado de ducharme para concentrarme en el estudio, y sentía como si tuviera un basurero en mi propio cuerpo.
Luego de media hora de una ducha relajante, salí cepillándome el cabello distraídamente, pero me detuve en seco cuando divisé mi cama. O más bien, a la persona que estaba en mi cama.
— ¿Así que estabas estudiando? —Alzó una ceja.
— ¡¿Quién demonios te dejó entrar?! —La toalla que cubría mi cuerpo de repente se sentía como llevar lencería erótica. Aseguré ambos brazos alrededor de mi cuerpo. — Fuera, Dustin.
—Tu querida amiga Maddie, ¿quién más sino? —Su expresión era aburrida, pero su cuerpo tenso y puños cerrados contaban otra historia. — Dijiste que podíamos hablar, así que aquí estoy. ¿Estás demasiado ocupada?
— Resulta que sí, ¡lo estoy! —Le grité con furia. —Estás en la habitación de la hermana de tu novia, ¡quien se encuentra medio desnuda!
— Corrección: estoy en una habitación con mi ex novia medio desnuda. —Dice petulante.
—Es lo mismo, idiota. Tienes que salir.
—No.
— ¡¿Y por qué demonios no?! —Grité.
— Necesito decirte algunas cosas. —Se levantó de la cama y me miró con sus penetrantes ojos verdes. —Cosas importantes.
—Genial, me encantaría. Pero espera afuera hasta que me cambie.
Dustin sonrió lentamente.
— No es como si nunca te hubiera visto desnuda. —Alzó una ceja.
— Perdiste ese derecho, Dustin. —Repliqué, y repentinamente el ambiente se volvió tenso.
— No es como si fuera enteramente mi culpa. —Apretó sus puños y su ceño se frunció.
— ¿Estás jodiéndome? —Escupí, enojada. — ¿Vas a echarme la culpa por poner tu pene en la vagina de alguien que no era yo?
— No puse…—Suspiró. —Joder, me había olvidado lo difícil y terca que eras. Hablamos cuando te cambies. —Me dio una mirada completa y caminando a la puerta, agregó. —No es que me estuviese quejando.

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