lunes, 22 de diciembre de 2014

Guerra de corazones rotos.

Hayley
— Entonces… ¿estás lista? —Preguntó Zack.
— Estoy muy asustada. —Contesté.
— Debes hacerlo.
— Lo sé.
— Entonces ¡HAZLO!
Tomé una profunda respiración, y metí el nacho en mi boca con la salsa extra picante que Zack había ido a comprar el supermercado.
Al principio no pasó nada, y pude sentir ese sabor extraño de tomate con unos cuantos condimentos más, hasta que la maldita cosa comenzó a incendiarse en mi boca.
— ¡OER! —Quise decir joder, pero con la boca abierta y ardiendo, la cosa era difícil.
En vez de ayudarme, Zack se quedó ahí riéndose. Lo golpeé en el hombro con fuerza y señalé a la bebida que tenía de su lado.
— Bien, bien. — Me pasó una lata de refresco. Al abrirla y llevar el líquido a mi boca me podría haber hecho monja. Dios existe y está envasado en esta pequeña lata. Mientras me recuperaba, Zack fue a su armario y del estante de arriba donde se veían unas cajas, sacó una blanca con colores llamativos. —Ya sé lo que vamos a hacer. —Me sonrió.
Lo miré fijamente con incredulidad.
— ¿El twister, Zack? ¿Para eso me hiciste cruzar la maldita ciudad?
— Para esto. —Sacudió la caja. —Y para hacerte sentir mejor, ya sabes, buen amigo y todo eso. Ahora deja de quejarte y juguemos.
— Eres un pervertido. Posiblemente usabas eso para enredarte con las chicas.
— Claro que sí. —No se mostró ni un poco avergonzado.
— ¿Y quieres usar esa cosa conmigo? —Crucé mis brazos.
— La diferencia entre todas esas chicas y tú…
— ¿Es qué soy tu amiga y me valoras mucho más?
— Es que eres fea, y no voy a acostarme contigo. —Se echó a reír y huyo cuando le tiré la lata vacía en la cabeza.
— De seguro tú tienes un culo peludo y gordo. Así que no, gracias.
— ¿Me estás diciendo que clase de culos te gustan? Yo te diré que culo te gusta: El de mi compañero idiota. —Estiró la alfombra con los círculos en el piso de la habitación. —Y no me pongas esa cara. Ambos sabemos que tengo razón. Así que si no quieres seguir hablando del tema, será mejor que vengas.
Suspiré y me paré de la cama. Cuando miré el juego preparado en el suelo se me ocurrió algo.
— No podemos jugar. No tenemos quien tiré la maldita cosa. —Señalé al círculo que se encontraba dentro de la caja, que te decía qué parte del cuerpo debías poner y cuál color.
— No te preocupes, el que esté más cerca lo girará. —Claramente Zack no me iba a dejar pasar ésta, así que me rendí y me quité los zapatos.
— Que culo insoportable que eres. —Mascullé, y él alzó una ceja.
— ¿Que no te habías dado cuenta?
Sacudí mi cabeza y me reí entre dientes. —Solo gira la maldita cosa para que pueda patearte el cul…—Le di una mirada fulminante. —…trasero, quise decir trasero.
—No dije nada. —Levantó sus manos con inocencia.
— Cierra el…um…lo que tienes ahí atrás.
No dejó de reírse de mí hasta que levanté mi puño como amenaza.
Dustin
Las llaves se me cayeron cuando intenté abrir la puerta y me quejé. ¿Por qué había tomado esas dos cervezas?
Tal vez porque pensaste que ibas a quedarte en lo de tu novia, imbécil.
Oh, cierto.
Cuando consigo abrir la puerta, veo todas las luces prendidas, pero la puerta de la habitación de Zack está cerrada. Debe haberse quedado dormido.
Voy a la cocina y abro el refrigerador para tomarme un vaso de agua. De paso tomó un pedazo de pizza fría de la noche anterior… o la semana anterior.
La miro un rato, debatiendo internamente si comérmela o no. Al final, cuando mi estómago suena, tomo eso como una señal y comienzo a mordisquear la corteza mientras apago las luces para irme a dormir. Sí, lo sé, tengo esa estúpida manía que Hayley me pegó de comer la pizza al revés.
Mientras subía las escaleras, mi mente se encontraba en las hermanas West, y el lío que estaban haciéndole a mi pobre cabeza.
Yendo para mi habitación que está al fondo, pasó por la puerta de Zack, y me congeló cuando escucho las voces de adentro.
— ¡Hayley, joder!
— Zack, saca tu mano de ahí. —Hayley grita.
— Lo siento, lo siento.
Se escuchan movimientos apagados, y luego parece quedarse en silencio por unos minutos.
— Ponte encima de mí, será más sencillo. — Cuando las palabras salen de la boca de mi ex, dejó de masticar y fulmino la puerta con la mirada.
 ¡¿Qué demonios están haciendo ahí?!
— ¡No aguantaré más de unos segundos, Zackie!
— ¡Yo tampoco!
— No, no, no…—Se queja Hayley.
— Joder. —Zack parece sin aliento.
Sin pensarlo, abro la puerta con furia mientras se escucha un estruendo en el suelo.
— ¡Zack! ¡¿Qué demonios estás haciendo con mi…—Gritó, pero cuando los veo en el suelo me detengo.
Hayley se encuentra aplastada por el brazo de Zack, y éste gime de dolor con la cara enterrada en la alfombra del maldito twister.
Cuando ambos encuentran mi mirada, se empiezan a reír. Aliviado, y un poco enamorado mirando a Hayley reirse, comienzo a carcajear también un poco, hasta que los tres estamos agarrando nuestros estómagos.
— ¡Dustin, hermano! —Se levanta y se frota la cara, aún riéndose. — ¿Pensaste que me estaba follando a tu novia?
Las risas cesan de repente.
— ¡No es mi novio! —Hayley toma una lata de refresco del suelo y se la tira en la cabeza. Acertando en el golpe.
— ¡Ouch! —Se queja Zack mientras se soba la cabeza. — ¡Ya es la segunda vez!
— Pues algo habrás hecho para que te atice dos veces en una noche. —Replico yo con una ceja levantada.
— Le dije que era fea. —Contestó mientras se sentaba en la silla de su escritorio. —La chica no puede aceptar una simple crítica constructiv…
—Oh, cállate, culo gordo. —Cortó Hayley.
Me eché a reír, un poco por la cerveza, pero mayormente por el recuerdo de nuestra amistad. No me di cuenta lo aburrido que había sido sin Hayley alrededor.
— Y peludo, no olvides lo peludo. —Se rió Zack, y Hayley rodó sus ojos, pero comenzó a sonreír hasta que me miró a mí.
Zack me miró a mí también, y luego a ella, y luego a la escena, como si no pudiera creer que estemos los tres de nuevo juntos.
Hayley tampoco podía creerlo, y parecía casi horrorizada de sí misma.
—Yo… debería irme. —Se levantó con torpeza y agarró sus zapatos, pero ni siquiera se los puso, solo salió de la habitación empujándome.
Escuchamos la puerta cerrarse de golpe, y ambos nos quedamos en silencio.
— ¿Estás segura de que escogiste a la chica correcta? —Preguntó Zack. La maldita pregunta del millón.
—Zack, la decisión ya está tomada, mis actos ya están hechos. Ya me decidí. —Agregué, porque parecía que estaba lamentándome, sabiendo que ya no hay nada que pudiera hacer.
— Por como la mirabas…no pareces muy decidido que digamos. —Tomó ropa de su armario. —Voy a darme una ducha, ¿bien? Los juegos con Hayley siempre me ponen sudoroso. —Me guiñó el ojo y yo gruñí.
— ¿Qué hacía ella aquí, de todas formas?
— La invité. —La mirada de Zack se volvió seria. —Es mi amiga, ¿o no? Además el único imbécil que tiene la culpa de todo esto eres tú, ¿sabes? Creí que ella te había engañado, pero hombre, tú la jodiste primero
— Sí, lo siento, no quise decirlo… ¿qué dijiste? —Tardé unos segundos en volver a repetir la oración en mi cabeza. — Hermano, ella se acostó con mi hermano.
— Porque tú te llevaste a una puta a la habitación, ¿qué esperabas? ¿Y por qué demonios no me dijiste ese pequeño detalle?
— Porque…—Me sentía tan frustrado y herido de que mi propio mejor amigo me trate como si fuera algún tipo de súper imbécil, ¡como si no supiera todo lo que sufría por ella cuando me dejó!, que no me importaba decir la verdad. Ya no— ¡Porque no me acosté con esa chica, ¿bien?! Solo la metí en mi habitación para que Hayley se ponga celosa, ¡solo quería ponerla celosa! —Tiré la pizza en la habitación con rabia, recordando esa noche. — Pero ella tenía que ir y acostarse con mi hermano. ¿Sabes cuán traicionado me sentí? Quiero decir, ¡Cameron! El hermanito que protegí de nuestra fatídica y escandalosa madre desde que tengo memoria. Y puedes decir lo que quieras de mí, es más, ambos pueden decir mierdas sobre mí, pero yo no merecía eso. De ninguno de los dos. —Golpeé mi puño con la puerta y lo pasé, chocando su hombro y encerrándome en mi habitación.



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