Hayley
— Entonces…
¿estás lista? —Preguntó Zack.
— Estoy muy
asustada. —Contesté.
— Debes
hacerlo.
— Lo sé.
— Entonces
¡HAZLO!
Tomé una
profunda respiración, y metí el nacho en mi boca con la salsa extra picante que
Zack había ido a comprar el supermercado.
Al principio
no pasó nada, y pude sentir ese sabor extraño de tomate con unos cuantos
condimentos más, hasta que la maldita cosa comenzó a incendiarse en mi boca.
— ¡OER! —Quise
decir joder, pero con la boca abierta y ardiendo, la cosa era difícil.
En vez de
ayudarme, Zack se quedó ahí riéndose. Lo golpeé en el hombro con fuerza y
señalé a la bebida que tenía de su lado.
— Bien,
bien. — Me pasó una lata de refresco. Al abrirla y llevar el líquido a mi boca
me podría haber hecho monja. Dios existe y está envasado en esta pequeña lata.
Mientras me recuperaba, Zack fue a su armario y del estante de arriba donde se
veían unas cajas, sacó una blanca con colores llamativos. —Ya sé lo que vamos a
hacer. —Me sonrió.
Lo miré
fijamente con incredulidad.
— ¿El
twister, Zack? ¿Para eso me hiciste cruzar la maldita ciudad?
— Para esto.
—Sacudió la caja. —Y para hacerte sentir mejor, ya sabes, buen amigo y todo
eso. Ahora deja de quejarte y juguemos.
— Eres un
pervertido. Posiblemente usabas eso para enredarte con las chicas.
— Claro que
sí. —No se mostró ni un poco avergonzado.
— ¿Y quieres
usar esa cosa conmigo? —Crucé mis brazos.
— La
diferencia entre todas esas chicas y tú…
— ¿Es qué
soy tu amiga y me valoras mucho más?
— Es que
eres fea, y no voy a acostarme contigo. —Se echó a reír y huyo cuando le tiré
la lata vacía en la cabeza.
— De seguro
tú tienes un culo peludo y gordo. Así que no, gracias.
— ¿Me estás
diciendo que clase de culos te gustan? Yo te diré que culo te gusta: El de mi
compañero idiota. —Estiró la alfombra con los círculos en el piso de la
habitación. —Y no me pongas esa cara. Ambos sabemos que tengo razón. Así que si
no quieres seguir hablando del tema, será mejor que vengas.
Suspiré y me
paré de la cama. Cuando miré el juego preparado en el suelo se me ocurrió algo.
— No podemos
jugar. No tenemos quien tiré la maldita cosa. —Señalé al círculo que se
encontraba dentro de la caja, que te decía qué parte del cuerpo debías poner y
cuál color.
— No te
preocupes, el que esté más cerca lo girará. —Claramente Zack no me iba a dejar
pasar ésta, así que me rendí y me quité los zapatos.
— Que culo
insoportable que eres. —Mascullé, y él alzó una ceja.
— ¿Que no te
habías dado cuenta?
Sacudí mi
cabeza y me reí entre dientes. —Solo gira la maldita cosa para que pueda
patearte el cul…—Le di una mirada fulminante. —…trasero, quise decir trasero.
—No dije
nada. —Levantó sus manos con inocencia.
— Cierra el…um…lo
que tienes ahí atrás.
No dejó de
reírse de mí hasta que levanté mi puño como amenaza.
Dustin
Las llaves
se me cayeron cuando intenté abrir la puerta y me quejé. ¿Por qué había tomado
esas dos cervezas?
Tal vez porque pensaste que ibas a quedarte en lo de tu novia, imbécil.
Oh, cierto.
Cuando
consigo abrir la puerta, veo todas las luces prendidas, pero la puerta de la
habitación de Zack está cerrada. Debe haberse quedado dormido.
Voy a la
cocina y abro el refrigerador para tomarme un vaso de agua. De paso tomó un
pedazo de pizza fría de la noche anterior… o la semana anterior.
La miro un
rato, debatiendo internamente si comérmela o no. Al final, cuando mi estómago
suena, tomo eso como una señal y comienzo a mordisquear la corteza mientras
apago las luces para irme a dormir. Sí, lo sé, tengo esa estúpida manía que
Hayley me pegó de comer la pizza al revés.
Mientras subía
las escaleras, mi mente se encontraba en las hermanas West, y el lío que
estaban haciéndole a mi pobre cabeza.
Yendo para
mi habitación que está al fondo, pasó por la puerta de Zack, y me congeló cuando
escucho las voces de adentro.
— ¡Hayley,
joder!
— Zack, saca
tu mano de ahí. —Hayley grita.
— Lo siento,
lo siento.
Se escuchan
movimientos apagados, y luego parece quedarse en silencio por unos minutos.
— Ponte
encima de mí, será más sencillo. — Cuando las palabras salen de la boca de mi
ex, dejó de masticar y fulmino la puerta con la mirada.
¡¿Qué demonios están haciendo ahí?!
— ¡No aguantaré
más de unos segundos, Zackie!
— ¡Yo
tampoco!
— No, no, no…—Se
queja Hayley.
— Joder. —Zack
parece sin aliento.
Sin
pensarlo, abro la puerta con furia mientras se escucha un estruendo en el
suelo.
— ¡Zack!
¡¿Qué demonios estás haciendo con mi…—Gritó, pero cuando los veo en el suelo me
detengo.
Hayley se
encuentra aplastada por el brazo de Zack, y éste gime de dolor con la cara enterrada
en la alfombra del maldito twister.
Cuando ambos
encuentran mi mirada, se empiezan a reír. Aliviado, y un poco enamorado mirando
a Hayley reirse, comienzo a carcajear también un poco, hasta que los tres
estamos agarrando nuestros estómagos.
— ¡Dustin,
hermano! —Se levanta y se frota la cara, aún riéndose. — ¿Pensaste que me
estaba follando a tu novia?
Las risas cesan
de repente.
— ¡No es mi
novio! —Hayley toma una lata de refresco del suelo y se la tira en la cabeza. Acertando
en el golpe.
— ¡Ouch! —Se
queja Zack mientras se soba la cabeza. — ¡Ya es la segunda vez!
— Pues algo
habrás hecho para que te atice dos veces en una noche. —Replico yo con una ceja
levantada.
— Le dije
que era fea. —Contestó mientras se sentaba en la silla de su escritorio. —La
chica no puede aceptar una simple crítica constructiv…
—Oh, cállate,
culo gordo. —Cortó Hayley.
Me eché a reír,
un poco por la cerveza, pero mayormente por el recuerdo de nuestra amistad. No
me di cuenta lo aburrido que había sido sin Hayley alrededor.
— Y peludo,
no olvides lo peludo. —Se rió Zack, y Hayley rodó sus ojos, pero comenzó a
sonreír hasta que me miró a mí.
Zack me miró
a mí también, y luego a ella, y luego a la escena, como si no pudiera creer que
estemos los tres de nuevo juntos.
Hayley
tampoco podía creerlo, y parecía casi horrorizada de sí misma.
—Yo… debería
irme. —Se levantó con torpeza y agarró sus zapatos, pero ni siquiera se los
puso, solo salió de la habitación empujándome.
Escuchamos
la puerta cerrarse de golpe, y ambos nos quedamos en silencio.
— ¿Estás
segura de que escogiste a la chica correcta? —Preguntó Zack. La maldita
pregunta del millón.
—Zack, la
decisión ya está tomada, mis actos ya están hechos. Ya me decidí. —Agregué,
porque parecía que estaba lamentándome, sabiendo que ya no hay nada que pudiera
hacer.
— Por como
la mirabas…no pareces muy decidido que digamos. —Tomó ropa de su armario. —Voy
a darme una ducha, ¿bien? Los juegos con Hayley siempre me ponen sudoroso. —Me
guiñó el ojo y yo gruñí.
— ¿Qué hacía
ella aquí, de todas formas?
— La invité.
—La mirada de Zack se volvió seria. —Es mi amiga, ¿o no? Además el único imbécil
que tiene la culpa de todo esto eres tú, ¿sabes? Creí que ella te había
engañado, pero hombre, tú la jodiste primero
— Sí, lo siento,
no quise decirlo… ¿qué dijiste? —Tardé
unos segundos en volver a repetir la oración en mi cabeza. — Hermano, ella se
acostó con mi hermano.
— Porque tú
te llevaste a una puta a la habitación, ¿qué esperabas? ¿Y por qué demonios no
me dijiste ese pequeño detalle?
— Porque…—Me
sentía tan frustrado y herido de que mi propio mejor amigo me trate como si
fuera algún tipo de súper imbécil, ¡como si no supiera todo lo que sufría por
ella cuando me dejó!, que no me importaba decir la verdad. Ya no— ¡Porque no me
acosté con esa chica, ¿bien?! Solo la metí en mi habitación para que Hayley se
ponga celosa, ¡solo quería ponerla celosa! —Tiré la pizza en la habitación con
rabia, recordando esa noche. — Pero ella tenía que ir y acostarse con mi
hermano. ¿Sabes cuán traicionado me sentí? Quiero decir, ¡Cameron! El hermanito
que protegí de nuestra fatídica y escandalosa madre desde que tengo memoria. Y
puedes decir lo que quieras de mí, es más, ambos
pueden decir mierdas sobre mí, pero yo no merecía eso. De ninguno de los dos. —Golpeé
mi puño con la puerta y lo pasé, chocando su hombro y encerrándome en mi
habitación.
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