lunes, 20 de octubre de 2014

Guerra de corazones rotos

4
 Hayley

— Asique… ¿no quieres darme una patada en mis partes por no habértelo dicho?
Suspiré y puse mis ojos en blanco.
— Zack, quise golpearte en los genitales desde que te conozco, realmente una razón más no hace la diferencia.
Me había contado que supo lo de Chloe y Dustin por bastante tiempo, lo que me hizo preguntarme hace cuanto estaban saliendo.
Soltó una risotada y apoyó sus brazos cruzados en la mesa.
— Extrañé tu sentido del humor. —Se rió suavemente otra vez y yo alcé una ceja.
— No intentaba hacerte reír.
Casi le había dicho que no a Zack cuando me llamó esta mañana, pero luego pensé, ¿por qué demonios no? Dustin podía joderse. Zack había sido amigo de ambos, pero dejé que tomara su lado en la ruptura. Le dejé creer a todo el mundo que había engañado a Dustin, incluso a Zack, y lo hubiera hecho de nuevo. Nunca diría en voz alta que un chico me engañó. Jamás. Era un golpe que mi ego no estaba dispuesto a recibir. La mirada de pena y lástima del que se entere… mmm, sí, eso no va a pasar.
Por eso Zack había dejado de hablarme, aunque aseguró que no estaba enojado conmigo, pero tomaría el lugar de su amigo.
— Entonces… ¿qué has estado haciendo? — Le pregunté y le di un sorbo a mi cappuccino moka.
— ¿Qué esperas que mi cerebro sin neuronas haga? —Preguntó en broma, pero lo conocía.
— ¿Qué está mal?
— Tuve que dejar otra vez.
— ¿Tu padre otra vez?
— Ese hijo de puta puede perderse.
Fruncí mis labios. El padre de Zack era un idiota rico que podía limpiarse el trasero con billetes de cien dólares y no afectar su economía. Al principio Zack me parecía un poco imbécil porque… bueno, asumí que podía tener lo que quisiera con un chasquido de dedos. Dustin, que me había llegado a conocer tan bien, había sabido lo que yo pensaba y antes de que haga algún comentario, me contó lo que ahora sabía: Zack odiaba a su padre más de lo que odiaba el brócoli. Y él realmente odia a ese pequeño árbol verde.
Había presenciado incontables veces como su padre engañaba a su madre, y más de una vez insinuó que andaba en cosas extrañas, y dependiendo de su humor, le daba dinero a su hijo para poder pagar la escuela.
Por mucho que quiera escupir a mi papa la mayoría del tiempo, no es tan malo. Yo era bastante problemática, y él es un hombre viejo que perdió la paciencia en intentar construir una relación con una hija que no quería nada de eso. Aunque me cueste admitirlo, somos bastante parecidos.
— Estoy buscando trabajo, de todas formas. No quiero depender más de ese gusano. —Asentí, y lo dejamos ahí.
— ¿Cómo está la loca rubia de tu amiga? —Le dio un mordisco a su magdalena y la bajó con su café negro sin azúcar. Asco. — ¿O tuvo un ataque de ira a nivel nuclear y su cabeza explotó?
— Casi. —Zack estaba al tanto de los cambios bruscos de humor de Maddie, sobretodo porque había sido el blanco de uno de ellos. — Ella estudia literatura y va a clases de control de ira. Syd y yo la acompañamos a veces.
— ¿Sabes? En mi mente le había creado un apodo. Hasta pega con su nombre y todo. Comencé a llamarla Mad[1], por Maddie y por ser una loca rabiosa.
Lo miré con la boca abierta y formé una gran sonrisa.
— ¡Jodidamente genio!
— ¡Eso me digo siempre en las mañanas frente al espejo! —Chocamos las manos, y luego de unos minutos, cuando la gente dejó de mirarnos por nuestro comportamiento extraño, seguimos con nuestra conversación.
— ¿Quién es Syd? —Preguntó.
— Oh, una amiga que hicimos en la universidad. —Lo dejé en eso porque Zack podía ser un auténtico prostituto, no importaba con quien. Carecía de códigos a la hora de seducir a una chica, a excepción de la chica de su mejor amigo, osea Dustin. Así que yo estuve fuera de sus límites desde siempre, lo cual es un alivio. Me gustaba tenerlo como amigo.
— Mmm…—Se rascó su barbilla con el ceño fruncido.
— No, Zack. —Advertí y él hizo un mohín.
— Sigues igual de aguafiestas.
— Adivino que adoras el hecho de que no cambié nada desde la última vez que nos vimos. —Me reí, pero él se quedó serio. — ¿Qué? —Dije a la defensiva.
— Nada. —Alzó sus cejas, pero el cobarde se escondió detrás de su café.
— Dime.
— No.
— Zack…
— Vas a pegarme, lo sé. —Miró al techo y suspiró, como si fuera extremadamente difícil para él decirlo. — Cambiaste, Hayley. Bastante.
— Bueno, eso es lo que hacen unos meses…
— No, no es eso. —Negó con la cabeza. — Pareces más…
— ¿Más…?—Lo incité a seguir.
— Fría.
Inmediatamente me puse a la defensiva.
— No hables de mí como si supieras, Zack. Si te parezco de esa manera, o ya no soy de tu agrado, puedes irte a la mierda. —Sabía lo que quería decir, sin embargo. Yo era más… alegre cuando conocí a los chicos. —
— Oye, yo no quise decirlo así…
— No, entendí perfectamente lo que quisiste decir, y lo acepto, tienes razón. —Agarré los lados de la mesa hasta que mis nudillos dolieron. — Tal vez la palabra que buscas no es fría, sino triste. ¿Quieres saber quién es el maldito culpable de todo? El imbécil de tu amigo, al que todo el mundo parece adorar.
— Hayley. —Comenzó. — Recuerda que lo engañaste…
— Sí, bueno, lo engañé porque él lo hizo primero. — Amplió los ojos y me crucé de brazos con un ceño fruncido. — ¿Con que eso no te lo dijo? ¿Por qué eso no me sorprende?
Ups.
— Yo…—Miraba la mesa, pero en realidad parecía dentro de sí mismo. —Joder.
— Por favor, ¿puedes no nombrar esto nunca más?
— ¿Eso te haría feliz? —Preguntó con incredulidad
— La más feliz. —Sonreí brevemente y comencé a preguntarle de sus pasatiempos.
***
— ¿No estás aburrida de estudiar? —Estalla Maddie de repente, y el lápiz con el que estaba escribiendo se mueve bruscamente, y levanté la vista con ceño fruncido.
— No, Maddie.
— Vamos de compras. Necesitas un corte de pelo y una manicura.
— Me hiciste la manicura hace unos días. —Le recordé.
— Si, pero gracias al culo caliente de tu ex, convertiste tus uñas en protuberancias. —Me replicó.
Suspiré pesadamente y con lentitud dejé el lápiz sobre el cuaderno, haciendo que chillara de emoción y tirara sus cosas.
Era como si estuviera saliendo a pasear con un niño.
A toda prisa me cambié de la ropa andrajosa que usaba únicamente para estudiar, a algo más decente. Maddie, por supuesto, no lo necesitaba genial, pero aún lo hizo.
— ¡Vamos! Antes de que me arrepienta. —Si no conseguía que se apresure, de verdad iba a echarme a atrás, y ella lo sabía.
— Ya voy, ya voy.
Mientras caminábamos por la acera, creí verme en algún tipo de espejo extraño, pero eso solo duró una milésima de segundo hasta que me di cuenta que era Chloe del otro lado de la calle.
Discutiendo con Dustin.
Ambos tenían la cara roja de la ira y movían los brazos enfáticamente. Sin pensar sonreír abiertamente. Maddie, que había estado observado todo con la boca abierta, amplió los ojos y me pegó en el estómago.
— ¡Perra! ¿Qué demonios pasa ahí? ¿Cómo es que la buena samaritana de tu hermana discute con Sr. Sexy? ¡Tu ex novio además! Sabía que esa zorra sin códigos no era tan buena como aparentaba…
— Shhh. —Le chisté y me concentré, intentando leerle los labios.
…en serio! ¿Vas a acusarme que le vi el trasero a esa chica? Ese fue Dustin.
— Eso es tan típico de ti, Dustin. Eres un mujeriego de mierda. Esa fue mi hermana que, Dios la perdone, nunca la había visto maldecir en su vida.
— ¡Hayley! Dime qué demonios pasa. —Mi amiga tiró de mi brazo y me volteé a mirarla. Le conté todo y a medida que narraba todo lo ocurrido, su ceño se fruncía más y más.
— No creo que tu hermana tenga la culpa, por mucho que me cueste decir eso. —Dijo por fin, y yo rodé mis ojos.
— Vamos, Maddie. Si tú estuvieras en mi situación…
—Su estuviera en tu situación, le patearía las pelotas al desgraciado, lo torturaría y lo mantendría encerrado en una celda unos veinte años hasta que aprenda la lección. Pero no cuenta, porque mi hermana es una verdadera puta, y sería capaz de quitarme a mi novio. —Se ajustó su abrigo color beige y miró a ambos lados de la calle. — Pero Chloe  no es así, y tengo que darle crédito por eso. Además, estoy segura de que si supiera…
— Pero no lo sabe, Madeleine. —La corté. — Y no se lo puedo decir, porque…
Alzó sus cejas cuando no continué la oración.
— ¿La señorita orgullosa se quedó sin palabras? Estoy francamente sorprendida.
— Calla, no seas así. Tal vez no hay una razón en concreto, pero probablemente no quiero que terminen por una razón obvia… y esa es que Dustin Marshall ya no es importante en mi vida.
— Hayley, si fuera una amiga tuya te diría que tienes que seguir con esa idea porque es la más sensata, pero como soy tu mejor amiga por siempre te diré que podrás eres muchas cosas, como por ejemplo una mentirosa terrible.
— No estoy mintiendo. —Me defendí.
— Oh, sí. Sí lo estás. —Dijo con certeza. — Y voy a hacer de Pepito Grillo, pero solamente por un minuto porque su manera de vestirse es terrible. —Alzó un dedo como si fuera un conteo. — ¿Sabes por qué mientes? —Al ver que no contestaba nada, gruñó. — ¡Porque te importan! —Señaló en su dirección, y cuando me volteé ambos se estaban abrazando mientras mi hermana lloraba. —Chloe te importa porque es tu hermana pequeña, aunque por unos pocos minutos, y siempre la protegiste como si realmente lo necesitara. Y Dustin… aún lo amas, amiga. —Me miró con compasión. — Puedo ver como los miras, Hay. Estás herida. Sientes como si te hubiera reemplazado por tu propia hermana…
— Cuando en realidad…—Dije con sarcasmo. — ¡Oh, espera! En realidad eso fue lo que hizo.
—Hayley…
— ¿Sabes qué? Mejor me voy a casa. Cómprate algo lindo. — Mis pies comenzaron a caminar hacia mi departamento de nuevo, sin siquiera mirar a los tortolitos enamorados.
Definitivamente tendría que haberme quedado en mi habitación estudiando. Por lo menos la química no me cambiaba por mi hermana gemela.
***
Mientras estaba tomando un té, acostada en mi cama con mi computadora, en mi Facebook se abrió una pequeña ventana, anunciando que tenía un mensaje nuevo.
Zack Sullivan: No soy de esos tipos que delatan a sus amigos, pero desde que me enteré que Dustin te engañó tengo ganas de patear su culo. Como no puedo hacerlo porque ningún otro compañero de departamento me aguantaría, prefiero delatarlo vía Facebook. Él te vio en el centro comercial hoy con la loca Mad. Y sin querer dejó escapar el hecho de que tenía muchas ganas de seguirte.
Me quedé unos minutos con los dientes apretados y los dedos en teclas al azar, pero después comencé a escribir.
Hayley West: Sí, lo sé. Los vi discutir con mi hermana. Hicieron todo un espectáculo.
Ignoré la parte en donde Zack afirmaba que Dustin quería seguirme porque era francamente poco creíble a esta altura.
Zack Sullivan: Eso es lo que pensé. De todas maneras, ¿qué estás haciendo? Dustin no está en casa y yo estoy aburrido mirando algún tipo de serie que tiene vampiros y un poco de sexo poco explícito. Realmente decepcionante. La protagonista es caliente.
Me reí entre dientes y tecleé una respuesta, pero luego me puse a especular en dónde estaría Dustin. ¿Con mi hermana? ¿Tal vez con alguna otra chica? ¿Con Cameron?
No había sabido nada de su hermano desde esa noche, pero no me sorprendió por cómo había terminado esa noche.
Digamos que las cosas con Cameron no terminaron como la seda.
Hayley West: Estoy en el mismo estado de ánimo que tú, solo que yo estoy tomando un té en una taza gigante.
Zack Sullivan: ¿Por qué no vienes a visitarme? Sinceramente no creo que Dus venga, y si lo hace, probablemente ni siquiera lo veas. Estaremos en mi habitación.
Hayley West: No sé si es una buena idea, Zack :/
Zack: Aw, vamos, perra. Dijiste que seguíamos siendo amigos. Los amigos ven a sus departamentos.
Hayley West: Ugh, eres tan odioso. Ni siquiera recuerdo como es que terminé siendo tu amiga.
Zack Sullivan: Pediré pizza Wink. Compra comida chatarra, siento como si estuviéramos por tener algún tipo de pijamada.
Hayley West: ¿Quieres que le diga a Maddie que está invitada?
Zack Sullivan: Jesús, no. No la traigas o voy a cortarte en pedazos. Es horrible ver a tus ligues casuales dos veces. Solo… no.
Hayley West: Bien, “aguafiestas”.
Zack Sullivan: Esa eres tú. Nos vemos en un rato.
Hayley West: Adiós.



Dustin
— Odio discutir contigo, cariño. —Dijo Chloe y apoyó su cabeza en mi pecho. Habíamos vuelto a su departamento luego de una tarde en el centro comercial lleno de peleas, que admito, fueron todas culpa mía. O por lo menos la mayoría, ya que seguía irritado por las últimas palabras que me había dicho Hayley.
Ni siquiera la había visto un día entero y ya estaba jodiendo mi mente. Sentía como si en estos momentos la estuviera engañando, ¿cómo era eso posible? Ella me había dejado, por el amor de Dios. ¡Se acostó con mi hermano!
— Odio discutir contigo, también. — Le acaricié el pelo suavemente, recordando a cierta hermana con instintos de rebeldía que quería olvidar.
¡¿Por qué no podía sacármela de la cabeza?! Nunca pude hacerlo, en realidad, pero ahora estaba con Chloe. No quería pensar en Hayley cuando estaba con su hermana, acurrucados en su cama.
— Te amo, amor. —Dijo en un susurro y me tensé.
Me levanté de golpe, la culpa consumiéndome. No podía decírselo devuelta. Nunca se lo había dicho a nadie, ni siquiera a Hayley. No es que no la hubiese amado, pero esa palabra significaba tanto que realmente nunca estuve completamente seguro de haber “amado” realmente. Querer sí, tanto que dolió algunas veces, pero ¿amar?
— Debo irme al departamento. —Dije de repente.
— ¿Qué? Pero dijiste que te quedarías aquí. Conmigo. —Enfatizó sus palabras dándole palmaditas a su cama.
— Chloe…—Suspiré y ella exhaló.
— Bien, haz como quieras. —Respondió y me odié por no darle lo que quería, pero sin embargo me di vuelta y en unos minutos salí de su departamento.
A casa, me dije. Donde todo era tranquilo y no había locas gemelas genéticamente iguales pero totalmente opuestas en lo que a la personalidad se refiere, queriendo acabar con la poca cordura que me quedaba.



(1) Mad: En inglés, Mad es traducido como “rabiosa”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario