martes, 13 de mayo de 2014

I just want to be strong

Capítulo 32

Sé fuerte

Mientras conducía con Kai en el asiento trasero, me pregunté que diablos me había poseído para pegarle, quiero decir, demonios, es Andy de quien estamos hablando. Es uno de los pocos amigos verdaderos que me quedan, y a medida que mi cabeza se va enfriando con el viaje, me siento más y más culpable.
Lo último que quiero es que se vaya, la situación sería peor que una mierda. Una monumental.

Muchas veces Damon y Josh se quejaban de que era demasiado impulsiva, y creo que ahora comenzaba a creer aquello. Agréguenle el término estúpida en todas partes.

Mientras Kai me hablaba de cosas triviales como sus pasatiempos favoritos, lugares favoritos y series favoritas, mi mente estaba en dos lugares a la vez. En ese auto y dentro de mí misma.



— ¿Por qué se pelearon Andy y tú? — Su pregunta hizo que le prestara mi completa atención.



Pensé exactamente en que decirle, porque incluso siendo un niño de cinco años, era más maduro que mucha gente que conocía, y merecía una respuesta sincera.

Al final, todo lo que pude decirle fue:



— Kai…a veces…los adultos tomamos malas decisiones y nos desquitamos con las personas que más nos aprecian. Actuamos como idiotas porque no somos capaces de reconocer nuestro error. — Lo miré por el espejo retrovisor. — Y ser un idiota es el camino más fácil.



— ¿Andy se desquitó contigo? — Preguntó curioso.



— ¿La verdad? No sé si se estaba desquitando conmigo o tal vez quería… hacerme entender su punto de vista a su manera. —Me encogí de hombros.



Era tan renovador hablar con un niño de cinco años de tus problemas. Sorprendentemente, Kai entendía cada cosa que yo le decía, y estaba segura de que formaba una opinión propia en su cabeza. Resultado de vivir con Livvie, supongo.

Pero sobretodo, el hecho de que no juzgue a nadie hacía más fácil responder sus preguntas curiosas.

Al final, se quedó en silencio un rato con el ceño fruncido.



— ¿Quieres mi opinión? — Sonreí y le asentí. —Creo que no debería elegir tus amigos, pero también deberías pensar en si Andy tiene razón.



Paré el auto, y ambos salimos. Estábamos en la costa, y había bastantes personas disfrutando del día soleado. La playa parecía ser del tipo abandonada y alejada, pero la ubicación —cerca del centro de la ciudad— y la cantidad de personas en ella decía lo contrario.

Kai caminó unos metros y se sentó, totalmente seguro de que lo estaba siguiendo.

¿De qué ser seguro de sí mismo habrá sacado eso? Me pregunté sarcásticamente.

Cuando me senté, siguió hablando.



— El tío Liam dice que cuando tienes un vínculo fuerte con alguien, no debes tirar todo por la borda por una discusión, por más grande que sea. Y que a veces necesitamos tragarnos nuestro orgullo y arreglar las cosas, incluso si eso te hace ver como alguien débil.



Bufé.



— ¿Quién diría que tu tío tiene un lado filosófico, eh? — Kai se rió.



— Seguramente lo sacó de internet.



— ¿Crees que es lo suficientemente tonto para eso? —Fingí sorpresa. — Mejor que no se entere.



—  Megan, probablemente cuando conozcas mejor a tío Liam vas a darte cuenta que es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir chicas.



Su comentario me hizo reír, aunque la parte de conseguir chicas hizo que tenga un nudo en el estómago.



— Pareces un sabelotodo, niño, ¿sabías eso? — Alcé una ceja y bajó sus ojos, avergonzado.



— Mama dice que no debería decir ese tipo de cosas de las personas. — Alzó su cabeza repentinamente y sonrió. La falta de dientes en algunos lugares me hizo sonreír. — Pero dice que tío Liam no es una persona, es más como un animalito.



— Concuerdo con ella. — Hablaba más apara mí misma, pero lo dije en voz alta de todos modos.



— ¿Sabes? Damon también dice que es un animal. Un perrito, específicamente.



Mi sonrisa vaciló un poco, y lo miré confundida.



— ¿Un perrito? ¿Por qué?



Repentinamente, Kai parecía que quería hacer un hoyo en la arena y meter su cabeza dentro. Comenzó a hacer líneas vagas en la arena clara.



— Bueno…se supone que debo decírtelo.



— Oye, no puedes soltar un comentario como ese y no decirme su significado. — Le dije. — Los amigos se cuentan los secretos. ¿Nosotros somos amigos? — Pregunté, achinando mis ojos cuando el sol me dio justo en la cara.



Me miró con ojos de cachorro maltratado.



— Sí, somos amigos. — Afirmó y una sonrisa vacilante que me hizo acordar al niño de mi pobre angelito comenzó a formársele en los labios. — Además, técnicamente no es un secreto, porque nadie me pidió que lo guardara.



— No sé tú, pero a mí me encantan los tecnicismos. — Sonreí malvadamente.



— A mí también. — Copió mi sonrisa, y la mía comenzó a descomponerse cuando asimilé el parecido con…



Estábamos escondidos detrás de la cortina del pasillo del primer piso. Desde la ventana, Damon parecía no vernos a ninguno de los dos, a pesar de que a estatura de Josh era descomunal y su risa ruidosa podía escucharse a kilómetros a la redonda.



—  Josh, vas a delatarnos. — Lo empujé con fastidio. — ¿Puedes mantenerte callado por unos minutos?



— Pequeña, hace décadas que no jugaba a las escondidas. — Pasó su mano por mi pelo oscuro y lo sacudió. — Y es malditamente gracioso ver a Damon tan confundido.



Entrecerré mis ojos.



— Claro que no, tonto. Ya eres un adulto. Los adultos no hacen cosas divertidas.



— Tienes razón. — Concedió. — Los adultos son malditamente aburridos hasta cuando ríen. Por eso me junto con mi hermanita pequeña diez años mayor que yo. — Me sonrió con diversión.



— Porque tu madurez es la misma que la mía. — Me reí. — Aunque estas volviéndote más aburrido con la edad.



— No es cierto. — Dijo indignado.



— Sí lo es. — Contradije. — Ayer te enojaste conmigo por saltar en tu cama.



— Estaba estudiando para los finales, pequeña mequetrefe. — Alzó una ceja.



— ¿Lo ves? — Era tan obvio y ni siquiera se daba cuenta. Síntomas de la adultez, definitivamente. — Hablas como papa. — Lo miré con disgusto. — O peor, como mama.



Abrió los ojos como platos.



— Joder, no me compares con ella.



— Eres un estirado, Joshie. — Me reí de su expresión. Mama solía decirle así cuando se ponía toda melosa y cariñosa con nosotros. Él lo odiaba. — Repite conmigo, E S T I R A D O.



— ¿Estirado, eh? — Su tono desafiante me hizo saltar lejos de su lado y comenzar a correr, pero el ya me había atrapado. — Te enseñaré lo que los estirados le hacemos a las niñitas como tú.



Y con eso, comencé a retorcerme de las cosquillas. Me levantó en el aire y yo chillaba como loca mientras me reía fuertemente.



— Bájame, Josh. — Pataleaba, pero él seguía ignorando mis suplicas.



— Creí que mi nombre era estirado. — Dijo riéndose.



— ¡No eres estirado! — Paró de hacerme cosquillas y me permití actuar con rebeldía. — Solo un poco aburrido pero…



La puerta de abajo sonó de un golpe, y ambos nos quedamos inmóviles. Habíamos dejado las risas y las palabras a un lado, y nos concentramos en escuchar cualquier posible ruido.



— ¡Esconderse dentro de la casa era hacer trampa! Tú lo dijiste, Megan. — La voz de Damon nos hizo ponernos en marcha.



Cuando estaba por meterme detrás de la cortina, mi hermano me detuvo. Negó con su cabeza y me señaló lo que se enfrentaba a la ventana: Un pequeño rincón donde había sillones estratégicamente colocados para que no molesten el paso. A pesar de que solo movió su cabeza hacía allí, entendí que no se refería a los sillones particularmente, sino lo había detrás.

Mama necesitaba guardar cosas inservibles en cierta época del año, como las cosas de navidad o simplemente decoraciones que no estaba usando en la casa. Por eso, papa mando a construir una pequeña puerta donde, agachándote, podrías ser capaz de entrar y buscar cosas o dejarlas dentro para que no estorben en otro sitio.

Y era un lugar perfecto para escondernos.

Sin pensarlo dos veces troté con sigilo hasta detrás de uno de los sillones y tomé el pequeño picaporte con mis manos. Sabía que abriéndolo las bisagras harían un ruido asquerosamente ruidoso, así que medité en si hacerlo de una vez, o suavemente.

Josh decidió por mí y tiró la puerta de golpe.

El ruido que hizo nos apuró a meternos dentro.

No era demasiado grande, pero definitivamente podías descansar el cuello cuando te metías dentro. La puerta había sido lo más pequeña posible así no se notara en la pared, pero dentro, el techo era de la altura de una habitación normal.

Josh buscó a tientas por la pared hasta que dimos con la luz, pero cuando escuchamos ruidos en las escaleras, la apagó de golpe.



— Si llegara a entrar nos vería al instante. — Susurró bajito.



Pero yo le tenía miedo a la oscuridad, y comencé a desesperarme. Mi respiración se volvió pesada y comencé a imaginarme todo tipo de escenarios donde podría ser asesinada en la oscuridad. Cuando los ruidos de la escalera se detuvieron, casi podía sentir las manos del exorcista en mi espalda. Tomé el dobladillo de la sudadera de Josh y tiré hacía abajo.



— Prende la luz, por favor. — Mi voz parecía lagrimosa, y tenía un gran nudo en la garganta por contener mi llanto.



— Oye, oye. — Su voz era extremadamente baja, pero aún así pude escuchar con claridad sus palabras. — Siempre te protegeré, ¿entendiste? Incluso de las cosas que están en tu mente. Pero tienes que ser fuerte también. — Me miró a los ojos y sonrió cariñosamente. — Yo también necesito que me protejan, ¿sabes?



Pegué mi cabeza a él mientras sus brazos me rodeaban. Gracias a mi altura de una niña de ocho años, mi cara llegaba hasta su estomago, pero como siempre había echo, se puso en cuclillas y me abrazó más fuerte.

Más que en cualquier otro lugar, yo me sentía segura con mi hermano mayor. Para mí, él era capaz de protegerme de lo que sea, y lo haría sin importar nada. Con Josh me sentía fuerte.

Y sería fuerte por él si me lo pedía. Lo protegería de cualquier manera que pueda.



— Salgan de donde quieran que…— La voz de Damon se detuvo cuando se chocó contra algo. Gimió de dolor. — A la mierda, pedazo de idiotas, salgan de donde demonios estén. El juego ya no es divertido.



Josh ahogó una risa, y yo resoplé. Claro que no era divertido cuando nosotros hacíamos trampa, pero cuando la situación era al revés era hilarante.

De repente, mi hermano se levantó sigilosamente, y apoyó su oreja en la puerta. Sea lo que sea que escuchó pareció gustarle porque sonrió hacia mí y comenzó a abrir la puerta. Milagrosamente las bisagras no chillaron, y ambos salimos con sigilo, sin importarnos dejar la puerta abierta.

Vimos a Damon parado al final del pasillo, mirando por una de las ventanas afuera. Se escuchaban un par de maldiciones, y yo me tapé la boca para no reír.

Josh fue lentamente, nuestros pies descalzos nos daban ventaja, de otra manera hubiéramos sido demasiado ruidosos.

Cuando llegamos a la espalda de Damon, mi hermano colocó de golpe sus manos en sus hombros y gritó fuerte.



— ¡Bú!



Casi pude ver a la figura de mi hermano tocar el techo mientras chillaba como una niña.

Se dio vuelta de golpe, con una mano en su —probablemente— inestable corazón, y nos miró con furia.



— ¡Hijos de puta! — Comenzó a gritar todos los insultos conocidos por el hombre, pero Josh y yo reíamos a carcajadas. Pobrecito, aún tenía cara de asustado.



Josh puso esa sonrisa malvada…



Esa sonrisa que era inquietantemente parecida a la de Kai.

Cerré los ojos brevemente y me concentré en el presente, dejando de lado el recuerdo de esa tarde de lluvia en Seattle hace años.



— Entonces, ¿qué es? —Pregunté con una sonrisa forzada.



Kai parpadeó.



— Livvie y Damon le dicen perrito porque te sigue a todas partes. — Sonrió tranquilamente.



Ahora fui yo la que parpadeó, una y otra vez. Creo que mi boca colgaba totalmente abierta, pero no podría decirlo con seguridad.

¿Liam se me seguía a todas partes?

¿QUÉ, QUÉ, QUÉ?

¿Cómo es que, si eso fuera así, yo no me hubiera dado cuenta?

Definitivamente estaban equivocados. Tenían que estar equivocados, porque sino eso me haría pensar cosas que no debería pensar…

…y que ya estaba pensando.


***

Estacionamos el auto en la puerta de la casa media hora después. No era tarde, y todo parecía normal.
Excepto que tal vez nada estaba normal dentro. Andy podría haberse ido, y con él Caden. Mis amigos me odiarían y yo me quedaría sola, sin tener idea de que hacer.
Porque  —Oh, jodido Dios, no puedo creer que me este dando cuenta de esto ahora— prefería que Lauren se largue antes de perderlos a ellos. Deseé nunca haberla invitado, incluso si Quinn y Lisa me caían de maravilla, para que nada de esto hubiera pasado.
Con todo eso en mi cabeza, salí del auto con Kai junto a mí, decidida a arreglar las cosas con Andy.
Subí los escalones del porche, y abrí la puerta de golpe.
La casa estaba sumida en silencio, y con cautela avancé hacia las escaleras, sin querer perder el tiempo buscando a otras personas que no fueran mi mejor amigo.

— Esperaré aquí. — Kai cabeceó al televisor y salió corriendo a la sala.

El trayecto desde donde estaba parada hasta la puerta de Andy la vi como un borrón. Solo sé que toqué la puerta dos veces, pero ningún ruido o voz me respondió.
Tomé una respiración y sin querer esperar más, tomé el picaporte.
Sé fuerte.
La puerta se abrió de golpe y mi respiración salió de mis pulmones repentinamente.
Porque Andy no estaba en la habitación.
Y tampoco sus cosas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario